Las familias tienen las llaves del cambio y la mayoría no lo sabe.
Si tú no crees que es posible cambiar o si tú no quieres cambiar, el cambio no se produce.
Al sistema hay que forzarlo para que cambie. Nunca lo hizo con bellas palabras o con razones desprovistas de pasión y convencimiento.
Todo empieza y acaba en las familias. El Alfa y el Omega de las AACC.
Es tan simple que asusta.
Asusta al sistema, que hace todo lo posible por desactivar ese poder. Y asusta a las propias personas que empiezan a atisbarlo.
Los cambios sociales relevantes se producen gracias al empuje de los interesados en ellos. Las barreras explícitas o implícitas del sistema se resquebrajan ante una voluntad colectiva firme.
Está en nuestras manos. Siempre lo ha estado y siempre lo estará. Solo hay que darse cuenta y empezar a moverse juntos. Si cada individuo o grupo hace la guerra por su cuenta el sistema, en lugar de ceder aumenta su presión. Gana posiciones, se acomoda, y aplasta todavía más. La apisonadora se encuentra a gusto cuando tiene el terreno despejado o escasamente organizado.