Altas capacidades: ¿qué pasó con la reivindicación?

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Informar está muy bien. Conocer las características y peculiaridades, la legislación, los recursos disponibles, los avances científicos, etcétera, nos permite desmontar mitos y estereotipos asentados socialmente. Pero no es suficiente.

Visibilizar es básico. Organizar jornadas, seminarios, charlas, congresos y demás eventos permite percibir directamente esta realidad. Pero no es suficiente.

Concienciar es maravilloso. Escribir o hablar sobre la importancia de atender el talento para que pueda desarrollarse o para que la sociedad pueda mejorar en su conjunto. Pero no es suficiente.

Formar es clave. Organizar cursos, máster, webinar, etcétera nos dará herramientas fundamentales para afrontar este largo viaje. Pero no es suficiente.

Asociarse es estupendo. Encontrar un lugar donde te entiendan y comprendan a tus hijos. Un espacio donde participar y aprender junto a otras familias con intereses similares. Paliar la falta de atención con actividades extraescolares es un complemento interesante. Pero no es suficiente.

Colaborar es importante. Si el centro, la orientación, la inspección o la Administración en general se muestran predispuestos a asumir sus responsabilidades, la colaboración es el eje de toda acción propositiva. Sin embargo, ese escenario ideal no es la realidad más frec. Por eso no es tampoco suficiente.

En la situación actual, todas las acciones anteriores se muestran insuficientes para producir algún cambio sustancial en este colectivo. El inmovilismo es la tónica general a pesar de que ahora se hable mucho más sobre altas capacidades que hace un lustro. Y el síntoma más claro del mismo se puede ver en la respuesta política a los avances que podrían ayudar a dar el salto: “no haré nada porque no quiero que se molesten otros”. Y se quedan tan anchos.

 

¿Qué nos queda entonces?

Volver a los orígenes del movimiento asociativo: reivindicar. Sin descanso, sin medias tintas, sin adornos, sin contemplaciones y sin miedo a las consecuencias. Para eso nacieron las asociaciones familiares de AACC, aunque en su evolución normal se ven arrastradas sin remedio por la masa de usuarios que las van poblando y que inclinan la balanza hacia el mero asistencialismo, el estado ideal para la administración, que ve como estas organizaciones les hacen su trabajo. No tienen de qué preocuparse. No sienten la presión de las familias en el cogote y así pueden actuar impunemente sin consecuencias reales. Porque nosotros se lo permitimos, lógicamente. Hemos desviado la atención desde lo importante a lo secundario. Es más cómodo, aunque no sirva absolutamente para nada más que para entretenerse, un objetivo muy alejado de lo que se refleja en los diferentes estatutos de las organizaciones civiles dedicadas teóricamente a la defensa de los derechos de estos niños.

Muchas familias y, lo que es peor, muchos niños están sufriendo maltrato institucional sin que nadie parezca escandalizarse. Se nos llena la boca con la utopía de la educación inclusiva y no dejamos espacio para ponerla en práctica, salvo honrosas excepciones. Más bien parece una escuela reclusiva, donde el alumnado con NEAE es el peor parado y, dentro del mismo, el de altas capacidades el gran olvidado. Ninguna medida de atención a la diversidad en las propuestas legislativas futuras. Es el colectivo invisible por excelencia. Un colectivo que supone el 10% por ciento del alumnado, que se dice pronto.

Por ese motivo, encontrar personas -o entidades- netamente reivindicativas te reconcilian con la esencia. Personas como Ana Esther Galán, un caso evidente de maltrato institucional hacia su pequeña que no ha quedado en el olvido porque ella no lo ha permitido. Siendo docente, ha podido más su sentimiento de justicia que el habitual corporativismo que impide que salgan más casos a la luz. Muchos conocéis la historia, ella misma la contó en su blog, aquí y aquí.

La gente se cree que ante una solicitud de evaluación psicopedagógica regulada por un Decreto, pueden responderte que no procede por unas Instrucciones (normativa de menor rango que NUNCA puede prevalecer sobre este); hacen creer que tú pides la evaluación porque quieres un papel que diga que tu familiar es Alta Capacidad, no exponen que llevas 1 año solicitando medidas preventivas en el aula PORQUE UNA SITUACIÓN NO ATENDIDA, UNAS NECESIDADES DE APOYO NO SATISFECHAS, TIENEN CONSECUENCIAS; se convencen de que con ser mayoría en sus escritos y respuestas, te anularán, anularán tus sugerencias, tus peticiones, tus derechos, tu actividad asociativa y de reivindicación social.

La verdad es que sentí que lo consiguieron. Me mellaron, me rompieron y tiraron los restos.

Pero esos restos escuchaban: “¿así te enseñó papá?” y se volvieron a soldar.

Así me enseñaste papá: contacté con prensa, con la Delegación de Gobierno, con el Defensor del Pueblo Andaluz, con el Defensor del Menor, elaboré hasta 40 escritos, los registré, solicité y acudí a no sé cuantificar cuántas reuniones en centro escolar, en Inspección, en Ordenación educativa; emprendí acciones legales, activé el Protocolo de Acoso Escolar, expuse todo a la Fiscalía de Menores y lo registré en la Alta Inspección (depende del Ministerio no de la Delegación Territorial).

Las respuestas se iban sucediendo. Unas resquebrajaban de nuevo, otras soldaban con más fuerza.

Recopilé pruebas. Tengo esas pruebas, esas contradicciones, esas negligencias, esas barbaries firmadas por muchos y sellada por el sello que anquilosa los derechos que también promulga.

Y si no lo habéis leído, probablemente hayáis visto algunos de los artículos periodísticos donde publicaron su caso:

Diario de Córdoba (30/04/2018): «No quiero ir al cole, allí no me enseñan nada»

Diario de Córdoba (04/09/2018): «El problema de las altas capacidades es que se esconden»

Europa Press (08/09/2018): El Defensor del Pueblo indaga el caso de una niña calificada Alta Capacidad por Salud y lo contrario por Educación

El País (05/11/2018): La invisibilidad de los superdotados

Su fuerza y coraje están inspirando a otras personas que padecen situaciones similares. Un ejemplo a seguir. Probablemente su idea de que es el momento de actuar conjuntamente pueda convertirse en una realidad a poco que haya personas dispuestas a acompañarla en esta aventura.

Ahora es el momento perfecto para preguntarse,

¿Qué pasó con la reivindicación?

Si eres de los que te lo has preguntado alguna vez y te sientes con fuerza para dar ese paso, responde a este texto: sí, me interesa, quiero comprometerme. Cuantas más personas respondan positivamente más fuerza se podrá ejercer. La situación actual no admite más demoras ni entretenimientos.


8 respuestas a “Altas capacidades: ¿qué pasó con la reivindicación?

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