De los genes al talento: la perspectiva DMGT/CMTD. Françoys Gagné

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En el ámbito de la inteligencia en general y de las altas capacidades intelectuales en particular subyace un gigantesco océano de confusión que durante décadas se ha ido formando sin que la investigación más rigurosa y la mejora en los medios de divulgación hayan podido detenerlo. El imaginario popular se nutre de una miríada de mitos y estereotipos muy difíciles de erradicar. Mitos y estereotipos que, contra toda lógica, no sólo impregnan la sociedad que ignora esta realidad sino también buena parte de los agentes activos que tienen contacto cercano con la misma: padres, educadores, orientadores, profesionales y administraciones.

Coexisten en ese océano diversas corrientes con diferentes ritmos, capacidades e intereses. Por un lado transita la investigación, siempre abierta a nuevos descubrimientos que mejoren la visión, que va a un ritmo elevado y se sustenta en complejos modelos que tratan de integrar en su seno la enorme riqueza de matices que configuran el fenómeno. Por otro lado circula la aplicación de esos saberes, que siempre va detrás de la corriente teórica. Como ejemplo que ilustra este lógico desfase pondremos la teoría de las inteligencias múltiples, expuesta por Howard Gardner en 1983, y que tardó cerca de una década en penetrar en el aula como una novedad, y casi tres décadas en convertirse en una alternativa pedagógica seria. A un ritmo endiabladamente más lento encontramos la irregular corriente de las familias que, en un momento dado, se reúnen para hacer fuerza contra un dique de piedra que impide el flujo de esas corrientes: la administración. También encontramos otras corrientes como son los profesionales que se dedican a evaluar y atender a este colectivo.

Desde hace unos años utilizo el término estereotipo con un significado muy preciso: esquema mental simplificado sobre una realidad que no se comprende. Esta noción, así entendida, tiene diversas implicaciones. Las más importantes, i) que el ser humano, para manejarse en un mundo caótico y complicado, necesita nociones simplificadas con las que funcionar, ya que es materialmente imposible comprender todas las realidades que le rodean, y ii) que esta necesidad se puede convertir en hábito, de tal modo que no se busca más allá de un “cliché” de las cosas y, desde ahí, elaboramos nuestras propias teorías, visiones y opiniones sobre las mismas.

En un extremo de un continuo tenemos realidades simples (sin pliegues) y en el otro extremo realidades complejas (con pliegues). Para manejarnos en el primer extremo no es necesario ningún proceso ni esfuerzo especial, pero para hacerlo en el segundo extremo sí que necesitamos aplicarnos en una ardua labor de investigación –en sentido informal- que nos permita comprender una realidad compleja. Como no siempre tenemos tiempo, capacidad o deseos de hacerlo, recogemos el atajo de la “simplificación”, entendida aquí como aquél proceso de convertir algo complejo en algo simple y manejable. Mediante ese proceso mental inconsciente generamos en nuestro pensamiento un estereotipo. Y cuando se ancla en nuestro imaginario es muy difícil de extirpar.

La enorme complejidad de la realidad rubricada con el constructo “altas capacidades intelectuales” o con el término “superdotación” se ha visto afectada por ese proceso de simplificación desde sus inicios hasta hoy. Desde los inicios de la investigación sobre la inteligencia que la consideraba poco menos que como una propiedad fija e inmutable que podía medirse mediante determinadas pruebas que daban como resultado un dígito casi mágico llamado “cociente intelectual” hasta algunos modelos aún vigentes y funcionales en la mayoría de comunidades autónomas y profesionales especializados en este campo, como puede ser la versión distorsionada en su naturaleza finalista y simplificada del famoso modelo de los tres anillos de Renzulli, que venía a decirnos (el pseudomodelo, no el original, insisto) que para identificar la “sobredotación” debíamos contemplar tres requisitos imprescindibles: i) un CI de 130 o superior, ii) una motivación escandalosa (sin tener en cuenta si lo que se ofrece es motivante o no lo es) y iii) una creatividad (artística, claro, como si sólo existiese esa) exuberante.

Este falso modelo, sostenido y no enmendado en una gran parte de nuestra piel de toro, supone, además de una ausencia absoluta de rigor científico o de cercanía con la compleja realidad que pretende abarcar, una tremenda muralla que ha impedido detectar el talento en el aula. Al crearse un estereotipo casi inhumano (una mezcla perfecta de Einstein, Gandhi y Mozart en chiquitito) se ha instalado en el imaginario una idea dañina que impide ver más allá de esas anteojeras. No es de extrañar que muchos profesionales con décadas de experiencia a sus espaldas afirmen sin ruborizarse que “nunca han encontrado chicos o chicas con ese perfil”. ¡¡¡Pues claro que no, ¿cómo vas a encontrar algo que no existe, que ha sido construido desde la más supina ignorancia y el más absoluto desinterés?!!!

En la última década se ha ido abriendo paso con dificultades un modelo más complejo y operativo que, sin embargo, ha sufrido también ataques de simplificación. Hablo del modelo cognitivo propuesto por Castelló-De Batlle. En su versión original, se contemplaban diversas manifestaciones de la excepcionalidad intelectual en el seno semántico del constructo “altas capacidades intelectuales”: precocidad, superdotación, talento, prodigio y genio. Y dentro del talento: simples, múltiples, complejos y conglomerados. En la comunidad autónoma andaluza se revisó el modelo y se adoptó una versión simplificada que contemplaba estos perfiles: precocidad, superdotación, talento simple y talento complejo. Con todo, no ha sido un modelo que haya tenido aceptación generalizada en España.

Precisiones semánticas

Aristóteles, simplificando mucho, distinguió hace 2.500 años el «ser en potencia» del «ser en acto». En nuestro lenguaje moderno: «lo que puede ser algo» de «lo que es algo».

El tránsito o proceso de la potencia al acto se denomina actualización, realización o desarrollo. La potencia se actualiza, se realiza o se desarrolla.

Podemos distinguir diversos modos de referirse al mismo proceso:

  • Potencia —> Acto
  • Potencial —> Actual
  • Potencialidad —> Actualidad
  • Virtual —> Real
  • Virtualidad —> Realidad
  • Latente —> Patente

NO IMPORTAN los nombres sino el PROCESO. Podemos usar otros términos para definir exactamente lo mismo:

  • Capacidad —> Habilidad            [terminología de Castelló]
  • Dotación —> Talento                 [terminología de Gagne, Tourón y otros]

¿Qué quiero aclarar con lo anterior?

Pues que es lógico señalar que «el talento [en el sentido de Gagné] que no se cultiva[desarrolla], se pierde [se queda en modo latente como dotación]«

Un niño con una gran dotación para jugar al fútbol que entrena desde pequeño, puede llegar a ser un gran jugador (un talento).

Si un niño desarrolla sistemáticamente su dotación, actualizará sus potenciales en un determinado talento. Si no lo puede lograr de pequeño, puede hacerlo de mayor. Pero el resultado del primer proceso NO SERÁ igual que el del segundo. Esto es de puro sentido común.

La inteligencia (potencia, capacidad, latente) no se pierde, pero sí se pierde el «músculo intelectual» (acto, habilidad, patente) que podría aflorar si ese proceso si hubiera hecho efectivo.

Todo talento requiere necesariamente de un proceso de desarrollo. Si no hay desarrollo, no hay talento.

Da igual que se produzca al inicio, en medio o al final de nuestros días. Da igual que se produzca en un campo o en muchos. En un área o en varias. Eso es irrelevante para lo fundamental.

Lo fundamental es entender que para desarrollar un potencial hasta el máximo de sus posibilidades hay que poner las condiciones que favorezcan ese florecimiento. Que no se cultivan solos o por sí mismos sino gracias al cuidado (cultura) de toda una sociedad, o de la parte significativa que le pueda afectar directamente. A nadie en su sano juicio se le ocurriría pensar que si Messi hubiera nacido en las Islas Fidji sin una cancha para pelotear su dotación natural habría florecido del mismo modo que lo ha hecho gracias al desarrollo sistemático que ha conseguido en la Masía y luego explotándolo cada día mediante entrenamiento o con partidos frente a rivales con habiliades cercanas. Sin embargo, es frecuente encontrarnos un rechazo frontal a atender la dotación intelectual con el vano argumento de que «no necesitan ayuda, ya se las arreglan solos»… Este país está desperdiciando una gigantesca cantera de talentos gracias a ese pensamiento completamente aberrado de la realidad. Lo impactante es que lo que sirve y se fomenta para el deporte se niega para el intelecto.

De los genes al talento: la perspectiva DMGT/CMTD

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En este enlace podréis disfrutar de su lectura. A pesar de tener pasajes densos, se deja leer con facilidad. Va desarrollando las diversas fases del modelo y culmina con la integración de dos en un macromodelo que permite desactivar algunas asunciones tácitas erróneas:

«a) corregir la imagen equivocada respecto a las capacidades naturales sugerida por expresiones comunes, como ‘talento innato’ o ‘dones divinos’; b) responder a los académicos que cuestionan la pertinencia del concepto de alta capacidad o dotación y c) corregir el malentendido transmitido por los bien intencionados usuarios del DMGT que describen los dones o capacidades naturales como innatas y los talentos como adquiridos. Esa visión bipolar simplista es errónea: los dones no son innatos, se desarrollan durante el curso de la infancia, y en ocasiones continúan haciéndolo durante la edad adulta».

«El hecho de describir su talento como innato sólo tiene sentido metafórico»

«Intelectualmente los niños precoces no manifiestan de repente un vocabulario excepcional, o procesos de razonamiento lógicos; desarrollan estas capacidades cognitivas pasando a través de las mismas etapas de desarrollo que las de cualquier otro niño. La diferencia reside en la facilidad y rapidez con la que avanzan a través de estas etapas sucesivas. El término ‘precoz’ lo dice todo: que alcanzan un determinado nivel de conocimiento y razonamiento antes de la gran mayoría de sus compañeros de aprendizaje. Y cuanto mayor sea su dotación intelectual, más rápidamente pasarán a través de estas etapas».

«Cuando usamos este término para calificar las capacidades naturales del DMGT, transmitimos dos interpretaciones falsas: (a) que las diferencias individuales observadas son inmutables, y (b) que están presentes desde el nacimiento o, en caso contrario, aparecen de repente con una formación mínima. Debido a su sentido restringido, muy pocos científicos utilizan el término ‘innato’ para describir cualquier tipo de capacidad natural o característica temperamental».

«Las capacidades naturales no son innatas, ni aparecen de repente en algún momento durante las primeras o posteriores etapas de desarrollo de una persona. Al igual que cualquier otro tipo de capacidades, las naturales necesitan desarrollarse progresivamente, en gran parte durante los años más jóvenes de una persona; pero lo harán de forma espontánea, sin un aprendizaje estructurado y actividades formativas típicas del proceso de desarrollo del talento»

Uno de los puntos fuertes del modelo se encuentra en su visión de que al fenómeno de la Dotación (Giftedness) hay que entenderlo como una compleja coreografía de múltiples factores interactuando dinámicamente durante diversos procesos de desarrollo (desde la gestación al desarrollo de capacidades naturales, nombradas como Dones/Gifts –modelo DNMA- y desde éstas a las capacidades sistemáticamente desarrolladas, nombradas como Talentos/Talents) en la que ningún componente causal se encuentra aislado sino que todos interactúan entre sí, y con el proceso de aprendizaje, de maneras muy complejas; y estas interacciones difieren muy significativamente de una persona a otra.

Para finalizar, y apoyándome en la reflexión inicial, indicaré que esta lectura no está recomendada para aquellos que quieran encontrar un modelo simple que sustituya lo que hay actualmente. Ni para aquellos que, entendiéndolo, pretendan “pasarle la pelota” al profesional que trata con su hijo para que se empape de los avances en la investigación que está cambiando sustancialmente, y para mejor, el panorama de este apasionante fenómeno. Si lo está para todas aquellas mentes abiertas e inquietas dispuestas a aprender cuestiones de interés y a despertar la curiosidad que les lleve a profundizar en este y otros modelos de similar complejidad, como el que se postula para el siguiente artículo del monográfico. Animo a todos estos a zambullirse en unas lecturas que se prevén apasionantes.


4 respuestas a “De los genes al talento: la perspectiva DMGT/CMTD. Françoys Gagné

  1. Me gustaría saber su opinión sobre la crianza de los niños o niñas que presentan altas capacidades intelectuales pero sus padres y hermanos no, ¿Cómo afectaría esto al entorno familiar, al niño a , a sus hermanos, a los padres? ¿Cuáles serían los consejos para la crianza?

    En el caso de dos hermanos gemelos que uno presenta altas capacidades y el otro no ¿Como pueden los padres educar a ambos sin que surja tanta rivalidad?

    Gracias
    Fernando

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    1. Hola Fernando,
      En primer lugar, gracias por comentar la entrada, aunque el tema no tenga relación con el artículo en el que se ha puesto.
      En segundo lugar, quiero dejar claro que no soy profesional de la psicología ni de la pedagogía, como podrá observar en la descripción 🙂

      Dicho lo anterior, y como mi caso personal tiene que ver con la primera batería de preguntas, le digo que el hecho de ser el único del entorno familias con AACC puede afectar de diversos modos al entorno. Si la familia es en cierto sentido ambiciosa con los objetivos futuros que quiere para sus hijos, claro que afectará las relaciones porque las comparaciones serán constantes y eso marcará a todos sin excepción. Al que tiene esas expectativas encima de su cabeza y a quien no las tiene. Sin embargo, si la familia solo desea la felicidad de sus vástagos sin pensar en grandes logros (proyección de expectativas parentales) no se producirá ningún efecto negativo en las relaciones. Se aceptará la peculiaridad de ese miembro y este no estará sometido a ninguna presión de logro, ni pretenderá superar a sus hermanos en una carrera por llegar lejos.

      Esto puede servir también para el segundo caso. Hay que saber gestionar el exceso de competitividad que pueda surgir entre hermanos, valorando las fortalezas de cada miembro como se merece. Es un asunto complejo y, como le digo, yo no me dedico profesionalmente a esto así que no puedo ofrecerle herramientas profesionales que le ayuden en ese apasionante viaje. Solo le recomiendo, como padre y adulto con AACC, que le dé lo que mejor tiene: su amor. Pero eso ya se da por sentado 🙂

      Un abrazo

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