Memoria AACC en España (I): origen del movimiento asociativo

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«Un pueblo que olvida su pasado carece de futuro»

En el mundo de las Altas Capacidades Intelectuales gana terreno en los últimos años la tendencia a olvidar, ningunear o simplemente ignorar lo realizado con anterioridad a nuestra llegada. Una suerte de adanismo que dificulta tomar una perspectiva adecuada sobre el terreno que empiezas a pisar. La experiencia es un grado y conocer los orígenes del movimiento asociativo puede ayudarnos a aterrizar, valorar y, desde ahí, construir algo sólido. El futuro necesita el apoyo del pasado, que es quien te permite no repetir errores y aprender.

Dicen que es de bien nacido ser agradecido, y en estas líneas quiero agradecer a todas aquellos pioneros que pusieron el alma y sus todavía escasos conocimientos al servicio de la causa. Fueron años difíciles. Y solo el tesón, el esfuerzo y un espíritu indomable permitieron que las primeras puertas empezaran a abrirse. Puertas herméticamente cerradas que poco a poco fueron cediendo.

Esta lucha colectiva no empezó ayer, sino que lleva con nosotros más de treinta años. Al principio eran cuatro «locos», como les consideraban a mediados de los ochenta los que debían hacer algo al respecto. Cuando confluyeron varias personas o iniciativas sin afán de protagonismo se fueron logrando hitos. Las diversas leyes no surgieron por la iluminación de los políticos de la época. Fueron el resultado de la presión de las familias en aquellas asociaciones familiares que comenzaban a poblar la piel de toro.

Entonces no existían redes sociales y todo era más lento. Costaba más reunirse para trabajar con otros de zonas alejadas y lógicamente los pasos eran cortos. Pero se lograban avances. Poco significativos si tienes la estulta idea de que aquí «o se hace todo o no se hace nada» que algunos llevan grabado a fuego en sus discursos quiméricos. Si tu idea es que sólo es admisible el 100, está claro que pasar de 0 a 1 es una birria, y así lo manifestarás, continuando con tu discurso «al cien, todo lo demás son parches» que, en el fondo, sabes que no se va a lograr nunca. Como todo aquel que lucha por erradicar el hambre sabe que eso no va a ocurrir, que es sólo un bonito horizonte o deseo que le sirve para caminar.

Por suerte hay otras personas más realistas, que pisan el terreno, que se llenan de barro, que tratan de organizar un colectivo especialmente disperso y con una capacidad ingente de discutirlo todo, incluso más allá de lo que resulta operativo. No hay que olvidar el carácter de los que conforman esta gran familia para entender las dificultades que hay por delante antes de afrontar el reto de intentar aunar esfuerzos y unificar criterios.

Si algo se ha conseguido en este país ha sido gracias a la unión y a la confianza de unas pocas personas que han empujado las asociaciones en momentos clave. Lo curioso es que cuando se lograban hitos se producía al poco tiempo una suerte de relajación que permitía la entrada del ego en escena, volviendo a caer en la desidia o en la pereza. O peor aún, en la autocomplacencia. Nada de eso nos sirve para avanzar o para retomar el camino.

Es muy complicado construir, ya que requiere esfuerzo y dejar de mirarse el ombligo un rato para centrarse en el trabajo a realizar y no en el papel que vas a jugar en esa partida, o el que puede tener el que está al lado. Cuando estás más pendiente del jardín ajeno que del propio te conviertes en el perro del hortelano: ni haces ni dejas hacer. No es una cuestión de capacidad, que de eso hay a raudales, sino de algo más simple como es reducir el papel de tu ego en esta película.

Y para todas aquellas personas que quieran ponerse manos a la obra va este pequeño resumen de cómo empezó todo en España. Información que tengo que agradecer personalmente a Teresa Medina, que la vivió en primera persona y la compartió conmigo hace unos años.

ORIGEN DEL MOVIMIENTO ASOCIATIVO

El movimiento asociativo comenzó en el año 1986, con la creación de CREDEYTA (Asociación para el desarrollo de la creatividad y el Talento). En aquel año, según nos relata una de sus pioneras, en las Universidades se tildaban de locas a todas aquellas personas que se atrevían a tratar el tema de la superdotación, o se les indicaba que habían equivocado el lugar y la carrera. Era un tema tabú.

En 1990 se fundó ASENID (Asociación Española de niños superdotados), en Zaragoza, y al año siguiente nació AVAST (Asociación Valenciana de Ayuda al Superdotado y Talentos). Estas tres Asociaciones representan un primer momento del movimiento asociativo, donde destacaríamos que el diagnóstico, con el profesional correspondiente a la cabeza, era la actividad principal pero que las voces reivindicativas y la participación activa de los socios no eran demasiados sonoras y visibles.

En la primera mitad de la década de los noventa se podría establecer un segundo momento del movimiento asociativo en España. Afloran cada vez más asociaciones en toda la geografía española. En Madrid (AEST, 1992), en Barcelona (AGRUPANS, 1993), en Valladolid (HAYDA), en Galicia (ASAC, 1994), en Asturias (APADAC, 1994) así como las de Andalucía (ASANTAL, 1992, germen de ASA, 1995; ASUC, 1994) y Canarias (FANS, 1993).

El incremento de Asociaciones, el desarrollo importante de la LOGSE y el momento político de esos años, entre otras razones, permitieron que las voces reivindicativas de muchos socios tuvieran más espacio y repercusión (medios de comunicación: prensa escrita, radio y TV), especialmente por la implicación de las familias. Incluso, saliendo en los medios a cara descubierta y dejando fotografiar y grabar imágenes de los propios niños. Asimismo, aparecieron algunos Congresos, Jornadas y Simposios sobre esta temática en diversos lugares que ofrecían la oportunidad de dar a conocer e intercambiar experiencias y progresos sobre esta temática.

A partir de 1996 se produce el momento de auge del movimiento asociativo. Proliferan las asociaciones de padres con representación en todas las Comunidades. Se publica legislación (RRDD y O.M.) referida a estos alumnos. Se logra la identificación y evaluación psicopedagógica de manera gratuita dentro del sistema educativo, estableciéndose titulaciones de profesionales con competencia oficialmente reconocida para ello. Crece el número de Congresos sobre esta temática (Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia) organizados por las asociaciones, favoreciendo con ello no sólo la participación y presencia de especialistas y expertos internacionales de reconocido prestigio sino que muchas familias tuvieran acceso al conocimiento más actualizado y la posibilidad de relacionarse entre ellas, generándose oportunidades para la denuncia, expresión y manifestación de necesidades y demás reivindicaciones. Asimismo, se ofrecían a los medios la oportunidad de su divulgación, más la información sobre la existencia de las asociaciones, mejor conocimiento de estos alumnos y de su prevalencia, así como los testimonios y experiencias de otros países, junto a la posibilidad de formación a profesionales, entre otras muchas más cuestiones.

La suma de esfuerzos de tantos y tantos socios, así como de su participación en sus respectivas asociaciones ha ido dando sus frutos a lo largo de estos años. Seguro que muchos menos de los que los pioneros hubieran deseado, pero viéndolo desde los orígenes, mucho más de lo que entonces se pensaba.


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